Verdad, justicia y no repetición


El 9 de junio partimos desde la sede del Colectivo
Orlando Fals Borda* para Villavicencio. Nos instalamos con Naya y Boris en el auto blindado de Ramiro, tío de ellos dos, abogado, defensor de derechos humanos, miembro del CC del PCC, fundador del Colectivo y una gran persona. El motivo de nuestro viaje ir al acto que al día siguiente tenían previsto, junto al MOVICE (Movimiento de Víctimas de crímenes de Estado), un acto de recuerdo y reivindicación de las víctimas de esa zona.

 A las 5 de la mañana del día siguiente ya estábamos listos para tomar el autocar y la buseta que salían en dirección a Granada del centro de la ciudad y allí nos encontramos con un buen número de personas que venían al acto de memoria pese a la intensa lluvia que nos acompañó prácticamente todo el día.

Entre 150 y 200 familiares de víctimas, junto a las miembros de las organizaciones convocantes nos dimos cita en la glorieta en el parque de Granada donde estaba fijado el punto de reunión, la gente se enfundo los chalecos reivindicativos, y fue anotando en los sombreros de cartón los nombres de sus familiares desaparecidos, una vez servido el austero desayuno que ofreció la organización, se explicó el motivo del encuentro entre las representantes del MOVICE y COFB.

Los familiares fueron rellenando con los nombres de sus hijos, hermanos, esposos, etc…una huella de yeso, que en forma de espiral ocupan un espacio central del parque y que se ha conseguido que la administración de la ciudad instalara para recordar a las víctimas, mientras se extendieron galerías de memoria a base de carteles con las fotos y los datos de las personas desaparecidas y al tiempo se pintó una gran sabana con frases y dibujos por la paz y la dignificación de las víctimas, muchas de ellas a manos del estado.

Era impresionante ver al mismo tiempo tanto sufrimiento y tanta dignidad, tanto dolor y recuerdo, tanta tristeza y tanta capacidad para sobreponerse a la ausencia de sus seres queridos, en muchos casos más de uno, desparecidos o ejecutados extrajudicialmente y enterrados sin identificar en fosas comunes o en los cementerios de la zona.
Una vez acabadas de montar las carpas que habían de protegernos del intenso sol del Llano y que nos protegieron más de la lluvia que del sol, empezaron los parlamentos de los organizadores, la eucaristía, las actuaciones de cantantes locales, las palabras de algunas autoridades y de los invitados extranjeros (ergo yo) y el recuerdo de las víctimas.

Un pueblo tan religioso no podía realizar un acto de este tipo sin eucaristía, y un padre con camisa blanca, un discurso comprometido y una botella de plástico con agua para bendecir a los asistentes.

Me impacto especialmente una mujer que había perdido 4 familiares directos, que nos recitó un poema que había pensado para ellos y que en aquel acto compartía con todos los asistentes.

Entre las 3 actuaciones musicales, indispensables en el Llano, destaco la del señor Joropo (ritmo costumbrista propio de los Llanos Orientales de Colombia que comparten con sus hermanos venezolanos), en este caso con canciones alusivas a la paz y al sufrimiento del pueblo, y destaco un viejito, desplazado por el conflicto después de perder a su esposa y tres hijos que con su cuatro, el instrumento llanero por antonomasia nos cantó desde canciones con un humor picante, hasta piezas compuestas por el que describían el dolor de los campesinos y denunciaba a los victimarios.

Sobrecogedor el momento en que cada familiar nombraba a sus seres ausentes y todos respondían con el grito “presente, presente, presente”, o el canto del Himno de las víctimas, que expresa con claridad uno de los hechos que más me impacto y que es el profundo dolor y la capacidad de sobreponerse al mismo:

“Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos,
A pesar de los golpes
Que asesto en nuestras vidas
El ingenio del odio
Desterrando al olvido
A nuestros seres queridos…”

El cierre, que se realizó después del almuerzo, y en medio una intensa y continuada lluvia que impidió cumplir con una parte del programa, como la marcha a la plaza central del pueblo  y la visita al cementerio, se realizó en torno a las huellas instaladas en el parque, y dirigido por Adriana consistió en un ritual donde los familiares ofrendaban unas flores al tiempo que pronunciaban un deseo condensado en una palabra, la paz, la reconciliación, la memoria, la solidaridad, el recuerdo, fueron algunas de las más reiteradas.

El hilo conductor del acto recorría la recuperación de la memoria individual y colectiva, la dignificación de las víctimas y la exigencia de la aparición de sus cuerpos para poder realizar los procesos de duelo y recuerdo de las mismas.





























Hay que decir que la desaparición forzada es una forma de violencia especialmente cruel, en la cual confluyen un sinfín de prácticas inhumanas como “la tortura, la violación, la negación de la dignidad, la detención arbitraria, el asesinato…” y que mantiene pendiente a los familiares sobre cuál será la situación de la víctima y psicológicamente no permite el cierre del proceso. Este crimen está pensado también para proyectar el máximo sufrimiento a los familiares y personas cercanas al entorno de las víctimas, entre otras.

Iniciar la búsqueda de la persona desaparecida, que ha sido sustraída de su entorno social y de cuyo paradero no se tiene conocimiento, es en sí mismo un hecho político que reivindica su identidad y su actividad.

Identidad y memoria son dos caras de la misma moneda, pues en la medida que popularicemos la memoria de las personas desaparecidas estamos contribuyendo a recuperar la identidad del desparecido, y al mismo tiempo es necesario introducir elementos de contexto en que ha sucedido que eviten una individualización de los casos y que escondería las razones de la desaparición que son eminentemente fruto de una estrategia de Estado.

La memoria es un acto que nos ha de servir para poner de manifiesto:

1.- El contexto político y social en el que se ha producido la desaparición.
2.- Los motivos por los que se ha producido el hecho y quien lo ha perpetrado.
3.- Poner en valor el proceso de búsqueda y los diferentes agentes que han contribuido a ello (familias, organizaciones sociales, abogados, forenses, psicólogos y amigos).
4.- Visibilizar y conmemorar a los desaparecidos, quien, y como eran, su actividad en la comunidad y sus relaciones familiares, políticas y sociales.
En definitiva, la lucha por la memoria es una lucha política por reconstruir la identidad de las víctimas.

·        * Colectivo Orlando Fals Borda. Colectivo que trabaja y acompaña haciendo incidencia institucional, jurídica y psicosocialmente a los familiares de víctimas de desaparición forzada.
·        * Orlando Fals Borda: http://andres-orlandofalsborda.blogspot.com/2009/04/orlando-fals-borda-biografia.html

Comentarios

  1. Hola Angel...
    Veo que estas aprovechando bien el tiempo.Unas visitas similares que no parecidas tuve yo en Nicaragua en un momento muy delicado en los 90 . Me lo recordo. Que sepas..
    tienes mucho trabajo a tu retorno... tienes muchas cosas que contar... Cuidaros...👍

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